Uno que ya es viejoven, ha vivido algunas oleadas fashion a estas alturas y cada vez que emerge del abismo una de ellas que permanecía enterrada, yo me siento más viejo al instante y miro atrás y cierto vértigo (de entre los muertos) me turba. Pero luego me tomo un Té Matcha y me relajo para pensar cómo puedo volver a hacer mía esta segunda oportunidad de la moda, la exploro en su situación actual y cuando me la planto ya me siento más joven y con ganas de llevarla a las calles. Me ha pasado ya con el cuadro de Burberry que yo viví con 20 años cuando estás modelos (qué aún continúan trabajando igual o más porque ahora son hasta Fashion Editor…) lo interpretaban así en esta campaña de Testino:
Y ahora por obra y gracia de Gosha Rubchinskiy vuelve a nuestras vidas y yo no paro de rescatar prendas que ya tenía y darles la vuelta:
Lo mismo ha pasado con otro elemento que estuvo en nuestros armarios juveniles pero que entró con mal pie en este siglo, en que para la moda (no para algunos atrapados para los que nunca muere nada…) no contaba hasta ahora, cuando en 2017 lo vuelve a reventar:
Se trata de la camisa de rugby, ese elemento que nació prácticamente a la par que este deporte Inglés y rudo, como el algodón del que está hecho, impulsado por William Webb Ellis.
Franjas de colores, cuello de camisa y escudo del equipo. Un sport cuya elegancia comenzó a conquistar los campus más preppy en la década de los Cincuenta del siglo XX para iniciar un viaje más allá del campo de rugby y pasar de ser una vestimenta propia del deportista (jocks) a enamorar por su colorido y hechura al más empollón (nerd) de los estudiantes.
Incluso en ese despegue impactó con iconos musicales como Mick Jagger
O fue seña de identidad de uno de los pintores mejor vestido de todos los tiempos que es David Hockney al que no te puedes perder el Bilbao estos días.
Y entre apropiacionismos cargados de azúcar y cafeína en los años Ochenta
Llegamos al Canto del Cisne de esta prenda antes de sumergirse en el ostracismo social Ártico de la moda durante más una década. Los 90’s fueron la eclosión final de la camisa de rugby porque no pudo molar más a los jóvenes de esta década que la llevaban superpuesta:
Con chinos anchos:
O con Cargo y abrigo de Tweed:
Súper apetecibles estas preppy-propuestas de Ralph Lauren de entonces que muchos otros diseñadores siguieron con éxito y respeto a su idea original. Otros empezaron a desvariar con el tema escudo y logotipos, condenando al polo de rugby a una especie de idea entre Pocholo@Borjamari que empezó a dar pereza supina sobre todo a las marcas de moda que pasaban de sacar un tema muy muerto y que empezaba a corromperse aún más en eBay.
Y muerto el perro desde el 2000 aproximadamente, no acaba esta rabia hasta que llegan diseñadores (como Gosha) que reclaman una vuelta a lo deportivo después de tanta fiebre por la sastreria en el último lustro. Lo colegial y la ropa de trabajo vuelven a ser Cool en este momento, en que buques insignia como son estas camisas vuelven a reinterpretarse desde lo imposible como es el caso RiRi@MarcJacobs en la revista PAPER:
Al coherente más apetecible de Gucci Crucero 018:
O a los clásicos que vuelven por sus fueros
Como Ralph Lauren o GANT:
Y otros que ya lo reventaron con esta prenda en los Noventa y ahora la recrean en clave Primavera 018 para una colección especial llamada “Hilfiger Edition” que es esta Tommy:
Y por supuesto hay nuevas marcas que pegan muy fuerte con el tema futbolístico y de Rugby:
Cómo esta camisa de una llamada Coolligan que reedita prendas legendarias del fútbol:
Ese ejercicio que tanto gusta hacer a David Beckham en su colección cápsula para Kent & Curwen:
Y que ha resultado fundamental en la imagen 017 de una camisa cargada de tradición bien recibida por unos jóvenes que nadan cómodamente entre el dandismo y lo holligan para devolverla, como merece, a la primera línea del Casual.
