De Valencia-Balenciaga a Balenciaga-Barcelona

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Por Alejandro de la Rosa

Fotografías: Prensa Museo Cristóbal Balenciaga 

 

Balenciaga y la alta costura catalana se unen en una muestra que se podrá visitar hasta el próximo 15 de septiembre, en el Museo Balenciaga de Getaria (Guipúzcoa). Vestidos que esconden grandes historias bajo sus telas, pliegues y volúmenes, no solo del maestro Balenciaga sino también de Pedro Rodríguez o Pertegaz, entre otros.  Charlamos con su comisario, Josep Casamartina, historiador y director de la Colección tèxtil Antoni de Montpalau, que nos da algunas claves sobre la esencia de la exposición.

 

 JJ.- “Balenciaga y la alta costura en Barcelona” da nombre a esta muestra. Lo primero que muchos se preguntarán es ¿Por qué Barcelona? ¿No es y era París la capital internacional de la Haute Couture?

 

Josep Casamartina.- Bueno, es Barcelona porque nuestra colección destaca precisamente por haber recopilado y estudiado la moda catalana del siglo XX, y también porque Balenciaga estuvo en Barcelona entre 1935 y 1968. Aunque su presencia siempre fue muy secreta y escondida, su taller de la capital catalana trabajó muchísimo, había más de cien personas, entre oficialas, modistas, cortadores, sastres, aprendizas, modelos… Barcelona fue muy importante en el mundo de la moda a partir de la segunda década del siglo XX. Pedro Rodríguez, que comparte el honor de ser pionero junto a Balenciaga en el España, fundó su primera casa en 1917 y abrió otra en 1919. Durante los años veinte se consolidó la capital catalana como el principal foco de moda en España, gracias a la industria textil y a las conexiones con París. Y fue en los 30 cuando Balenciaga, después de abrir su sede en Madrid, se planteó instalar otra en Barcelona, atraído por su potencial artístico y por la posible clientela burguesa de la ciudad.

 

JJ.- Son muchos los acontecimientos que llevan a la consolidación de la costura barcelonesa. Pero desde Josie.es lo que más nos llega es la apertura en Barcelona, a manos de Jeanne Lanvin de una tienda oficial de la casa francesa en 1920. Lanvin ya no tiene sucursal en Barcelona, ahora si quieres comprarte sus últimas novedades debes ir a Santa Eulalia, una casa muy ligada con la costura de la época y con la exposición…

 

JC.- Hay un hecho que no siempre se tiene en cuenta, y es que Jeanne Lanvin de muy jovencita fue a Barcelona a perfeccionar su oficio, en el taller de Carolina Montagne, una reconocida modista francesa que estaba establecida en la capital catalana. La relación con Montagne y su familia perduró, y cuando Lanvin ya se hizo muy famosa en París, abrió con ellos una sucursal en Barcelona, en la Rambla de  Catalunya, y la mantuvo hasta 1932. En 1920, por ejemplo, Coco Chanel hizo un primer desfile en el Hotel Ritz barcelonés. Al poco, los almacenes de tejidos Santa Eulalia creaban sus primeras colecciones de alta costura y desfilaban en solitario, precedidos por otra gran casa, La Innovación. Lo mismo hacía El Dique Flotante y, algo más tarde Asunción Bastida, que no pudo dedicarse a la costura hasta que se casó, pues su padre se lo había prohibido… Esta eclosión cristalizó en los años treinta, en tiempos de la Segunda República, en los que se organizaros las diversas convocatorias de la Exposición de Arte del Vestir y Salón de Creaciones, una actividad que englobó a los principales talleres y empresas del sector y que fue el precedente directo de la Cooperativa de Alta Costura, creada, justo después de la Guerra Civil española, en 1940. La Cooperativa contó con la presidencia de Pedro Rodríguez y de los llamados Cinco Grandes de la Costura española: Rodríguez, Pertegaz, Bastida, Santa Eulalia y El Dique Flotante.

 

 

JJ.- Otra de las cosas que más nos atrae desde Josie’s Journal es el tema de la donación de las piezas de costura que podemos ver a lo largo de la exposición. ¿Quién os cede los vestidos? ¿Las clientas de la época, las hijas de estas, familiares cercanos?

 

JC.- Bueno, la colección empezó con la idea de recopilar tejidos de 1900 a 1940, del Modernismo al Art Déco, pero como un trapo nunca viaja solo, un día apareció un pijama de lujo, no de dormir sino de ir en crucero, de 1932, y al poco… hablando con la hija del pintor Josep de Togores, del que soy especialista, salió en la conversación un retrato suyo de los años 50. Yo comenté que lo más interesante de la obra me parecía el vestidazo que llevaba, y Teresa de Togores me comentó que aún lo tenía y que tenía muchos más desde 1947. La visité y me dio treinta vestidos desde los años 40 hasta los 70. Entonces, con Anna María Casanovas, que es con quien hago la colección, decidimos comprar unos maniquíes para poder hacer fotos, y una vez hechas, caí en el embeleso de los vestidos y la moda, y fui dando voces a mis amistades. Cuando iba a las fiestas me llevaba encima mi portátil con las fotos de los vestidos y era la atracción… Todo el mundo se mostraba encantado con la iniciativa y no pararon, ni han parado aún, de caer vestidos… Ha sido el entusiasmo de la propia gente la que me ha animado a continuar hasta la actualidad. Ahora estamos preparando una nueva exposición “Barcelona prêt-à-porter, 1959-2008” que será la primera mirada amplia al mundo de medio siglo de industria y confección.

 

JJ.- ¿Algún traje de los expuestos en el museo esconde alguna interesante o curiosa historia detrás?

 

JC.- Cada vestido tiene su historia, algunas fascinantes, otras tan íntimas que casi no se pueden contar… Por ejemplo, hay un vestido de novia maravilloso, cuya antigua propietaria se acababa de separar y quería a su vestido pero no lo que representaba ya para ella, entonces me llamó y me lo ofreció, y al dármelo justo antes le dio un beso… Al pasar a la colección el vestido perdió su connotación negativa y recobró su belleza primera, lejos ya de lo que había significado al final para ella.

 

Otra anécdota, entre las cientos que tienen los vestidos de la colección, es que entre esos treinta primeros vestidos de Teresa de Togores, había uno que no tenía etiqueta pero era muy bonito, y ella me dijo el nombre de una boutique que yo no conocía para nada… Fui investigando hasta que di por casualidad con la biografía de un hombre bastante famoso en Barcelona, donde aparecía el nombre de la boutique y el de la posible autora del vestido de Teresa de Togores. Pedí a mi amigo el contacto de la familia del biografiado, llamé a su hija para investigar esa boutique y cuando le di mi nombre me contó que hacía un año que me estaba intentando localizar porque tenía una serie de vestidos de su madre que le había hecho Balenciaga y quería cederme para mi colección. Fue brutal!! Y así sucesivamente, la aventura no para!!