Desde el minuto uno

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Fotografías: Jorge Algaba

Realización: Isabel Bermúdez 

 

Otro propósito subyace en este segundo post 014: que los oficios en peligro de extinción son el lince ibérico :tiger::tiger::tiger: de los amantes de lo bello… Si tus ojos :eyes::collision::eyes: han disfrutado alguna vez de la colección de relojes :hourglass::crown::hourglass: de Carlos IV los ojos del futuro :eyes::rocket::eyes: también podrán hacerlo si héroes de los viejos oficios como SANTOLAYA velan porque permanezcan intactos. Desde su pequeño estudio a pie de calle (Murillo 8, cerca de la Plaza de Olavide), restaura, limpia y da esplendor a relojes llegados de distintos puntos del globo y se encarga de los piezones del Patrimonio Nacional:hourglass::crown::hourglass:

 

 

En 1867, Manuel Santolaya (bisabuelo del actual Manuel Santolaya IV) abrió este negocio familiar de venta y reparación de relojes :hourglass::hourglass: en Almazán (Soria) y desde 1954 se trasladan a Madrid, donde continúa pasando de padres a hijos :boy: o hijas :girl:, como la de Manuel que se hará cargo de todo cuando este se jubile :older_man::older_man::older_man:: “Ahora está mi hija aprendiendo y ayudando también. Además el problema (sobre el relevo generacional) es que en la profesión en general hay muy poca gente que se dedique a relojería antigua, se dedican más a la relojería moderna. No hay mucha competencia; en España seremos 12 los relojeros que reparamos porque ahora se dedican a lo que venden, no tienen taller de restauración. El 90% de las relojerías no tienen taller, se dedican a la venta. Lo que hacen, a lo sumo, es cambiarte un cristal, una correa o una pila…” Su hija Aranzazu Santolaya es enfermera :hospital: y también tiene una banda de rock :guitar::guitar::guitar: (PL Girls, donde se le conoce como Afhen) pero dice que ante el panorama sanitario actual :hospital::sweat::hospital:, se ha decido por seguir el tic-tac :hourglass::hourglass::hourglass: de la saga Santolaya: “Descubrí en mi casa la profesión y empecé a aprender hace algo más de un año y, desde entonces, estoy encantada de recuperar una tradición y de seguir…”

 

Manuel :raised_hands: nos cuenta que aquí :es: no hay un centro de formación :mortar_board::mortar_board::mortar_board: para aquellos llamados por Cronos :hourglass::japanese_ogre::hourglass: a reparar relojes. Este tesoro :sun_with_face::sun_with_face::sun_with_face: de información pasa de padres a hijos y si esta línea se corta, corre el riesgo de romperse para siempre: “No hay escuela. No hay información reglada de relojería en España. Es todo tradicional; tienes que aprender en un taller o en el núcleo familiar. Es muy difícil también que los talleres cojan aprendices, por lo general, si buscan a gente, buscan a gente preparada para que trabaje, no para enseñarles. Por eso es difícil encontrar a gente. Y también hay que tener en cuenta que no es un oficio que sea muy popular.  En tu casa es lo último que se te ocurre si no tienes un poco de tradición o alguien cerca que le guste y se dedique a ello. Si no tienes motivación es complicado que pienses en ser relojero, se te pueden ocurrir cien mil cosas antes. En mi caso, por ejemplo, es que vengo de familia de relojeros: mi padre, mi abuelo, mi bisabuelo ya se dedicaban a esto y yo ya nací en esta relojería. De pequeño mi entretenimiento favorito era coger relojes y armarlos y desarmarlos…”

 

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En este estudio, al que debes venir a inspirarte y a buscar el tiempo perdido, solo reparan la maquinaria porque si uno de los relojes :hourglass::hourglass::hourglass: padecen un problema externo, es el especialista quién debe encargarse: “Lo de fuera si, por ejemplo, es de madera, hay que mandarlo al ebanista; si es de bronce, al broncista; si es de mármol, al marmolista. Si se rompe algo puedes dejarlo así, pero la gente siempre quiere conservar las piezas”

 

En cuanto al precio :moneybag::euro::moneybag: de sus reparaciones, Manuel es bien claro: “No hay una tarifa media, depende de muchas cosas: de la avería, de la época, del desgaste… No hay una tarifa como en relojería moderna que se te rompe una pieza, a ellos les cuesta 5 y te cobran 6. Aquí no, porque cada reloj es distinto. Además piezas no hay, ni ha habido nunca, hay que fabricarlas porque no están hechos en serie. No se pueden pedir a ningún sitio porque ni las hay ni las ha habido. Cada reloj lo ha hecho un “tío” a su forma haciendo los cálculos matemáticos para que le salga el rodaje y ha hecho uno solo. Y si ha hecho 8 relojes los ha hecho distintos. Además en esa época se buscaba mucha precisión y se utilizaban materiales distintos. Aunque veas tres relojes iguales, no son iguales, la tabla de multiplicación del rodaje siempre es distinta”

 

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Y es que el precio :moneybag::euro::moneybag: no está claro porque escuchar el sonido del tic-tac :loudspeaker::hourglass::loudspeaker:, sus campanadas :hourglass::hourglass: centenarias y el movimiento de sus agujas NO TIENE PRECIO… :heart::raised_hands::heart:. Si pasas por Olavide, no te pierdas este lugar único y en el Palacio Real, los relojes de Carlos IV te esperan para seguir sonando gracias a la labor :top::top::top: de Manuel (IV) Santolaya:stuck_out_tongue_winking_eye: