El gran binomio aparte

Comienza una semana grande para la memoria histórica fashion y la muy justa retrospectiva que el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid dedica a Hubert de Givenchy, quedará inaugurada a partir del miércoles 22 y permanecerá abierta hasta el 18 de enero. Para celebrarlo, Josie se adentra en las páginas que analizaban las creaciones del glorioso binomio Balenciaga+Givenchy, que desfilaba en una especie de OFF aparte del resto de modistos y del mundo en general, en un alarde de maestría que no ha vuelto a repetirse en la Alta Costura. No te pierdas este homenaje en forma de “Hormigas blancas” :dress::ant::ant::ant::ant::ant::dress: de la moda.

 

 

Hubert De Givenchy

Hubert de Givenchy retratado por Robert Doisneau en 1960, una de las fotos de gran formato incluidas en la retrospectiva que el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid dedicará al modisto del 22 de octubre al 18 de enero de 2015.

 

A estas alturas seguro que ya has leído todo sobre Hubert Taffin de Givenchy: su origen aristoarty, sus años de formación con grandes modistos como Lelong, Piguet, Fath o Schiaparelli y la mágica relación que mantuvo con su musa, Audrey Hepburn. Se han dedicado, por suerte, muchas páginas en la prensa española a esta leyenda viva de la costura que hoy estará en Madrid para inaugurar con una fiesta de Vanity Fair, su primera retrospectiva en un museo, el Thyssen-Bornemisza. Es hora pues de hacerle mi particular homenaje para los lectores de Josie’s Journal y he querido convertirme en rata de biblioteca fashion :green_book::dress::rat::dress::green_book: por unos días para bucear en las páginas que daban fe del mundo aparte que Cristóbal Balenciaga y su gran admirador y discípulo, Hubert de Givenchy, habían creado en la Alta costura parisina.

 

Desde 1957 al año 68, en que Balenciaga cierra su casa, este binomio prodigioso de la costura decide desfilar 8 semanas después al resto de diseñadores para evitar plagios (que ya habían ocurrido) o que la prensa pudiera influir con sus opiniones en la compra de sus fieles clientas. Una década (1947-1957) disfrutó Dior del éxito del New Look y sus dictados, hasta su muerte y una década (1957-1967) disfrutaron los lectores de Vogue de una sección aparte que recreaba las proezas de B&G: Balenciaga&Givenchy. Y así lo reflejaba esta prensa de moda apartada del mágico primer desfile para clientas que se celebraba a puerta cerrada, del que descubrían los secretos más tarde y publicaban en una sección distinta a los contenidos dedicados a la moda de París; un hecho que se ve cristalino en las maravillosas páginas del British Vogue de Ailsa Garland.

 

Un mundo aparte e infinitamente mejor, una burbuja de belleza, arte, creación y sofisticación que el alfiler de los tiempos y las modas efímeras terminó explotando :collision:… Demasiado bello para continuar en el tiempo, aunque precisamente por esta razón todo lo creado entonces es eterno ahora y bálsamo para los ojos :eyes::eyes::eyes: de nuestra era, una época estéticamente muy distinta, pero que contempla esas altas cotas de creación y costura con la admiración que merecen :raised_hands::dress::raised_hands:. He podido traer hoy a este 1/4 de comunicación de moda algunos ejemplos de aquellas páginas maravillosas, pero imposible plasmar el ritmo de las mismas; eso de ver un modelo de Debenhams para ir al campo y de repente pasar página y entrar en ese mundo B&G fotografiado a fuego lento y con el detalle explicativo de esas ideas que encontrareis desde el miércoles en el Thyssen… Es algo que hace vibrar los ojos y solo podréis vivir en una hemeroteca provista de Vogue’s, visita que también os recomiendo desde aquí.

 

Hoy “Le Grand”, como la prensa de moda conoce a Givenchy, ha curado las heridas de los malos tragos atravesados por la venta de su nombre a los conglomerados del lujerío global que no entienden de burbujas mínimas con belleza máxima, sino de cifras :moneybag::moneybag::moneybag: y aspectos que comparados con el sistema “B&G” son de una ordinariez supina. Y es que al lado de un vestido de Givenchy o de su propia figura, casi todo resulta muy ordinario, por eso tenemos que ir a esta exposición para contemplar unos planteamientos que, de momento, son impensables en el mundo de hoy, en el que las clientas potentadas buscan en la costura otros objetivos y donde la costura misma tiene objetivos distintos a los de Givenchy, que no perseguía otra cosa más que embellecer.

 

CollageA

 

1 y 4.- Modelos de Givenchy fotografiados por Karen Radkai para el VOGUE Británico, que en marzo de 1963, publicaba su sección dedicada a los dos grandes maestros que desde el año 57 desfilaban fuera del circuito parisino de Alta Costura y decidían hacerlo 8 semanas después. Así, Balenciaga y Givenchy, mostraban sus creaciones a sus clientes sin interferencia de opiniones o posibles plagios de patrones u otros problemas. Por eso la prensa de moda tuvo que transigir e idear una forma de incluirlos en sus páginas, ya que sus ideas eran revolucionarias, apetecibles a sus lectoras y moda en estado puro que hoy ha quedado para la historia. En el texto, Vogue habla de un young tempo: “Givenchy es un tiempo nuevo, una idea refinada de la simplicidad beat, de una sofisticación deliberada y maravillosa, que procede de una compleja y franca disciplina del corte (…) Sus abrigos siete octavos son inconfundibles; de anchos hombros y volumen frontal controlado que remata en un pequeño cuello…”

2.- Detalle de uno de las piezas seleccionadas por Givenchy para formar parte de su retrospectiva en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid. Se trata de un vestido tubo de noche en satén negro y cuerpo con efecto medio bolero, bordado con pailletes doradas y negras y con piedras multicolores, con ribetes de coral Rosalind (invierno 1991-1992). Foto de Luc Castel con la colaboración de Philippe Caron.

 

3.- Figurín expuesto en el Museo Thyssen-Bornemisza del vestido-abrigo de satén rojo rubí escotado, con la espalda sobrebordada en oro y de colgantes de color rubí, que a su vez se halla expuesto.

 

5.- En octubre de 1969 y en un British VOGUE que incluye un maravilloso contenido dedicado a Jane Birkin vistiendo la línea prêt-à-porter de Yves Saint Laurent (Rive Gauche), ya no encontramos la sección dedicada a Balenciaga y Givenchy. El maestro de Guetaria había cerrado su casa en 1968 y recomendado a sus fieles clientas que se fueran con Givenchy, a quien consideraba su discípulo. Aquí vemos un vestido blanco suyo, junto a una creación de PATOU y dentro de un reportaje que repasa las creaciones de los couturières parisinos. El crédito del vestido de Givenchy decía así: “Givenchy elige twill Crimplene para dar una lección de estilo en diagonal a través del corte de este cuello plegable y de la contundencia que aportan los bolsillos profundos”

 

6.- Detalle de un conjunto de noche expuesto en el Museo Thyssen-Bornemisza, llevado por Jackie Kennedy. Está compuesto por vestido y abrigo en satén crudo, cuerpo con flores multicolores bordadas y data del verano de 1961. Foto de Luc Castel con la colaboración de Philippe Caron.

 

7.- Retrato de Bert Stern a Audrey Hepburn para un reportaje del VOGUE Británico publicado en mayo de 1963, que se titulaba: “STARS OF FASHION: Audrey Herpburn, Hubert de Givenchy”. Nadie como su musa para trazar las líneas de una colección primavera/verano del 63, que Vogue definía como una buena idea en blanco y negro, con casco de fieltro como para ir a la selva…

 

8.- Dibujos de Tod Draz para Vogue UK octubre de 1960 con los deseados abrigos de Hubert de Givenchy que abrían la sección dedicada a estos dos grandes OFF circuito y buscadores de la belleza más raséeeeeeeeee: “Un abrigo de Givenchy es el ideal de la mayoría de las mujeres que quieren verse perfectas durante el día”, decía el texto de Vogue.

 

9, 10 y 11.- Genio y musa en diferentes épocas de sus vidas: en la riqueza estética que les envolvía y que generosamente nos han legado a traves de maravillosos trajes o fragancias, en la salud de los veranos de juventud al sol Mediterráneo y en la enfermedad que acabó por llevarse a Audrey, no sin antes recibir de su fiel amigo bosques de flores blancas que volaban en avión particular y el último y más gráfico apoyo cuando tuvo que portar su féretro en el viaje final de ésta.

 

CollageB

 

12.- Traje de chaqueta con jersey y gorro a juego, fotografiado por Irving Penn para la página 129 del segundo número de octubre de 1960 del British Vogue.

 

13.- Fotos de Karen Radkai para el VOGUE inglés de octubre de 1963. En su página 110, y dentro del túnel de moda y belleza, comenzaba la sección dedicada a las creaciones otoño/invierno de Balenciaga y Givenchy y cuyo texto describía así los modelos del modisto que nos ocupa: “Desde Givenchy el mensaje está en el nuevo grado de ajuste de las mangas, haciendo alarde de una costura virtuosa. Como Balenciaga, da importancia al dos piezas con partes de arriba cóncavas, acentuadas por una costura en forma de gran U. Sus trajes tienen formas muy marcadas, sus abrigos cintura estrecha, las faldas son rectas, combinadas a menudo con jersey y da a la noche un aire eduardiano con el porte que presta su ya conocida “Línea princesa”.

 

14.- Retrato de Stern a Audrey para ese mismo reportaje que veíamos en el número 7 del collage anterior. En esta ocasión lleva un vestido de noche de seda rosa que ella misma definía así: “Extremadamente simple, con una vista mínima y muy seductora del tobillo y del empeine, pero sin haber sido necesariamente diseñado para mostrarlos…”

 

15.- Retrato de Bert Stern a Mrs. Patrick Guiness, dentro de la sección “B&G” Balenciaga & Givenchy, que se publicaba en el British Vogue de abril de 1964. En esta página se definen las líneas del traje de chaqueta ideado por Hubert de Givenchy que conquistará a muchas jóvenes clientas, como veréis más adelante, en el punto 18 de este mismo collage. Así definía Vogue los rasgos principales de este traje: “Actualmente, Givenchy se decanta por el brillo del amarillo limón como vemos en este traje; que escapa a su idea de sujeción de abrigos y chaquetas con hombros redondeados. Vemos aquí unos pequeños bolsillos bajos y un estrecho cinturón que no hace ruido en la espalda. El turbante es de seda de corbata amarilla limón y azul”

 

16.- Detalle del bordado de uno de los vestidos expuestos en la retrospectiva del Thyssen-Bornemisza. Se trata de un traje de noche en satén charmeuse negro, con hombreras de terciopelo bordado con pedrería. Pertenece a Madame Pinto y data de 1975. Foto de Luc Castel con la colaboración de Philippe Caron.

 

17.- Figurín del vestido tubo de noche de terciopelo negro con gran cuello que se expone en la retrospectiva de Hubert de Givenchy. La falda forma tablón en la espalda, con dos grandes conchas de faya de color absenta y rosa chillón. Invierno 1992.

 

18.- Otro retrato de Stern a Mrs. Patrick Guiness que ilustra esta página del British VOGUE de abril de 1964 y que pertenece a la sección B&G: Balenciaga y Givenchy. El texto analiza las ideas aportadas por “Le Grand” (como la prensa de moda se refiere a Givenchy) para la primavera del 64 y atención a las clientas que menciona, porque son muy curiosas las vueltas que ha dado la vida desde entonces a ahora:stuck_out_tongue_winking_eye:: “G significa Givenchy, que es sinónimo de elegancia super-precisa. La línea de dibujo más sutil de París, que siguen a rajatabla muchas jóvenes contemporáneas incluyendo a la Baronesa Thyssen o a Patrick Guiness, que han llevado algunos de sus últimos diseños con toda la confianza de sus trajes inspiran”

 

19.- Dibujo de Tod Draz para ilustrar la sección que en octubre de 1961 dedicaba el British Vogue a Balenciaga y Givenchy. El figurín del famoso ilustrador reproducía un abrigo que Vogue describía así: “Fueron los abrigos en Givenchy, los que brillaron por tener calidad de estrellas en su colección: aquí, uno de ellos en lana beige, redingote que apenas toca el cuerpo, moviendo ligeramente hacia fuera en el dobladillo; su cuello es un derrame extravagante de lince. El sombrero: un pastillero mandarín de ante marrón”