Humanismo LOEWE

Si hay una marca bien nacida es Loewe. No solo por llevarnos a un mundo de olores, texturas y sueños desde 1846, sino por saber además agradecer el impagable servicio artístico que han prestado todos los grandes creadores que se han dejado la piel trabajado para la casa de pieles más nobles. Hoy, la era J.W. Anderson, supone un cambio como tienen que ser los cambios a mi juicio: a fuego lento, bien pensado, justo, racional, lleno de amor hacia la artesanía y la tradición de Loewe, sin apartar a ninguno de los sectores que conforman un abanico de consumidores enorme (van de lo más moderno y joven a lo más clásico y maravillosamente rancio con punto incluso casposo confeti) y sobre todo sin olvidar a figuras que como Carvajal o Vicente Vela ayudaron a que una inmensa minoría de fans aprendieran a fijar en su memoria colectiva qué era Loewe y qué no era Loewe en aquel entonces.

Una mañana de principios del verano 2014 me acerqué a casa de Vicente, cerca de Conde de Casal, en aquel edificio años sesenta con aquellos pasillos tan Català-Roca y llenos de luz que quedaba justo al lado de un intercambiador con autobús a Chinchón, a su casa de recreo. Esta de Madrid era su estudio, donde pintaba y recogía toda su obra y sus colecciones de artesanía española… Allí me planté con Isa Bermudez (hoy mi corresponsal en París) y allí iniciamos el primer viaje explicativo de sus cuarenta años en Loewe, que no son más que un cuaderno de viajes por España y por las culturas que han habitado la península: Tartesos, Al-Andalus, el Toledo Imperial y la marroquinería de Las Ventas con Peña Aguilera, Velazquez y sus Meninas que se convierten en perfumes, la tauromaquia o el Madrid castizo, los paisajes áridos del sur llevados al ante oro más suave y sobre todo con un denominador común que era su famoso logotipo de las cuatro eles… 🙌🏻❤️🙌🏻

En mi generación ha habido niños que como yo no eran del Madrid o del Barça, no sentían esos colores ni nos identificábamos con esos escudos y sí lo hacíamos con el de Loewe. Ese era mi equipo infantil, mis colores, el universo que despertaba mis sentidos y todo eso lo creo Vicente Vela; ese filósofo del diseño y ese humanista que tuvo la generosidad enorme con este blog de concederle Entrevista Vicente Vela.

Por todo esto y mucho más quise ir ayer a la boutique de Serrano con Jorge Juan, para reencontrarme con Vicente y su Loewe y revivir ese viaje que ahora, gracias a la Fundación Loewe, todos podéis iniciar vitrina a vitrina: sus perfumes, sus bolsos y pañuelos, la cerámica de Talavera llevada al máximo lujo Loewe o elementos de la cultura del pelotazo de los ochenta tan fascinantes como un enorme bote de latón con escudo de Loewe para cuajar de lápices, gemelos preciosos o un abrecartas que es el único objeto con el que se me ocurriría matar a alguien (esto sería para más de uno una estaca final raséeeeeeeeeeeeeeeeeeee 😂😂😂)

Así que no dudéis en adentraros en la boutique de Loewe de Serrano y disfrutar del mundo Vicente Vela/Loewe que estará expuesto hasta abril; poneos en contacto con un imaginario que es un tesoro cultural, una cosmología estética y sobre todo humanismo de moda, que es lo que era él: Un humanista curioso cargado de sensibilidad y de una sinceridad que primó en la relación que mantuvo con cada uno de los directores creativos con los que colaboró en su trayectoria (Giorgio Armani, Karl Lagerfeld, Dario Rossi, Laura Biagiotti, Roger Vivier, Andrea Pfister, Renzo Zengiaro entre otros)

 

Así lo recuerdo desde aquella mañana de junio, cuatro meses antes de que se fuera y también me quedo con las palabras que Don Enrique Loewe dijo ayer en la inauguración, unas palabras que me ayudan a conectar con este amigo inolvidable de Josie’s Journal y que por eso quiero compartir aquí: