NUMEROLOGÍA PÓSTUMA

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No hace falta que yo diga aquí que de millenial no tengo nada, y que en mi infancia (noventera) tenía que esperar (como exigía el ciclo de la moda de entonces) a que apareciera el número de septiembre o marzo para empaparme de la temporada que, a diferencia de hoy en día, era secreta para los fanáticos de la moda de entonces.
Hoy tenemos esta información al alcance de la mano y aún así hay mil datos que se van de nuestras cabezas quizás por el exceso que, a diferencia de mis revistas infantiles, grababan a fuego cada uno de los datos que en ellas devorábamos… 💥📖💥

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Y entre aquellos datos es imposible olvidar muchas caras desaparecidas que espero no desaparezcan nunca de nuestras cabezas 🙇🏻🙇🏻🙇🏻. Aunque hoy casi nadie las recuerde, siguen vivas en la mente de los creadores que colaboraron con ellas, de la prensa especializada o de los compradores que disfrutaron su trabajo.

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Repasar estas figuras es precisamente el espíritu de la memoria histórica Fashion de Josie’s Journal en cuya sección “JOCOMOMOLABA” no podía faltar Cecilia Paniagua👸🏻, uno de los nombres que aparecían en las revistas de aquellos años, precisamente asociadas a la marca que inspiró el nombre de esta sección y que era segunda línea de Sybilla: JOCOMOMOLA. Precisamente es Sybilla quien primero ha querido escribir unas líneas para ayudarnos a recordar a Cecilia en este post:

“La conocí después de uno de nuestros desfiles en Madrid, muy tímida y emocionada.  Ahí mismo se decidió que vendría a trabajar con nosotros.
 
En ese momento empezábamos el proyecto de Jocomomola en Japón con el que pretendía sentirme más libre del peso de la marca Sybilla, poder jugar más, trabajar en equipo, chicas haciendo ropa para chicas…
 
Cecilia fue clave en el espíritu de este nuevo proyecto, haciendo los accesorios primero y después como modelo de las campañas de ropa y musa de la marca.
 
Ceci era delicada, pura, luminosa, y muy original en todo lo que hacía y como lo hacía. Su manera de ser irradiaba y contagiaba a los que la rodeaban.
 
Era única, no he conocido nunca a nadie mas como ella… y la echo de menos.”

IMAGEN3IMAGEN10Este no pretende ser este el homenaje definitivo que merece Cecilia Paniagua, sino una especie de guante que tirar a los medios o al Museo del Traje 🏢👗🏢o a quien inspire simplemente, para que recuperen una figura que seguro hoy encanta a más de un millenial porque ella era muy futuro, más de mañana que de entonces. Yo quise hacerlo rescatando su última colección, la que terminó su hermana Caliope, quién me la prestó para hacer estas fotos con Javier López en el IED.

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Precisamente, la tarde que fui a recoger la maleta que contenía los 10 monos de punto que Cecilia desarrolló inspirada por las carreras de coches, los pitagoricos, el Techno House  y el cambio de milenio al que finalmente pasó por muy poco tiempo; recordaba así este trabajo inacabado y la relación de Cecilia con la moda:

 “Todas sus colecciones tienen en común querer que la gente se lo pase bien con la ropa, pero esta última es un resumen de su su cosmología cromática y sobre todo de una de sus grandes amores: el punto.
Todas sus colecciones tenían algo de punto, estaba relacionado con ella y con la relación tan natural y afectiva que tenía con la moda, por esos sus creaciones transmitían esas sensaciones. Lo mismo nos ha pasado siempre con el arte, recuerdo nuestro universo inundado de arte: hacíamos conciertos (mi padre es músico) enfundadas en kimonos chinos y rodeadas de libros de arte. Nuestra infancia fue eso: llenos de animales, perros, loros, monos, música, instrumentos, gente entrando y saliendo. Nuestro pan de cada día. Ir a casa de papá era eso. Tan a gusto. Nos divertíamos, todo el día en mondadas. Todo el día haciendo el gamberro. Pienso en mi hermana mayor y pienso en risa, era la persona con la que más me he podido divertir. Me creaba un ambiente de confianza donde podía ser yo, tranquilamente, sin perjuicios…”

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Todo este universo propio encontró en en el de Juan Duyos un apoyo para desarrollarse y de 1992 al 99 formaron una pareja artística que nació con el espíritu de hacer ropa por diversión y para sus amigos, pero que en 1995 se construye oficialmente como Duyos y Paniagua, nombre bajo el que desfilarán en Cibeles del 97 al 99.

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Decía Roger Salas (uno de esos periodistas que devoramos en nuestra juventud y que tanto nos enseñaron a escribir de moda) en el obituario de Cecilia, que Juan Duyos no había podido hacer declaraciones tras su muerte. Han pasado ya quince años y hoy ha querido escribir las líneas que quizás entonces no pudo escribir:

“La mujer más carismática que he conocido en mi vida es Cecilia Paniagua. Entraba en una habitación y BRILLABA. Siempre tenía que estar muy arriba. En su vida nunca había término medio. Nos divertíamos muchísimo o sufría muchísimo. Todo lo salvaba porque en cada cosa que hacía había sentido del humor. Si no llega a ser por Ceci, todo en mi carrera hubiera sido diferente. Ella era la atrevida, la osada. Y también tenía tanto talento que se podía permitir ser un poco perezosa. E inconstante. De alguna manera, entre los dos encontramos un difícil equilibrio. Cada uno poníamos lo que el otro no tenía. Ella siempre me recordaba que entre los dos hacíamos un cuerpo entero perfecto. Me llamaba “sosi”, por “socio”. Y, a veces, “fonsi”; porque le sonaba bien, así era su dinámica mental.
Crecimos juntos en El Escorial. Nos hicimos inseparables en el instituto, tomábamos prestadas sin permiso vespinos de amigos, nos colábamos en el tren, robábamos las copas en los clubs. Ella me enseñó a hacer muchas gamberradas, que le salían naturalmente, porque tenía un talento especial para ser irreverente y diferente. Y, al mismo tiempo, tener un corazón enorme. Un poco como Mae West: cuando era buena era muy buena, pero cuando era mala era mejor. No tenía miedo ni prejuicios. Tenía la peculiaridad de rodearse de lo mejor y de lo peor.
Toda la prudencia que tenía yo, ella se la pasaba por el forro del abrigo. Toda la osadía que a mí me faltaba, la ponía ella. Soltaba chispas (es el nombre que puso a su perro). Si no fuese por ella no hubiésemos metido nuestras primeras camisetas en una maleta prestada y no hubiésemos hecho nunca un desfile en lo que  llamábamos “pasarela Jiménez”. Las Vacas Flacas nos llamaban “Duyos Paniguays”. En el momento de las top models, Ceci acuñó el término “Stop Model”, y lo estampamos en unas camisetas. Era muy naive y a la vez desprendía una energía muy sexual. Como una niña volcánica. Todo tenía que ser ultraintenso y salvaje.
Cuando empezamos a ir a las tiendas (las más pijas que había entonces) a enseñar nuestras primeras colecciones, los dependientes llamaban a los encargados y decían: “No os fijéis en ellos, fijaros en la ropa que hacen”. Nos hacía mucha gracia. Para nosotros, con nuestras pintas de modernos de los noventa, era un halago.
Las cinco cosas que más nos gustaban en esa época eran:
1) Reírnos. Ceci le encontraba a todo el lado cómico, y a cualquier drama le daba la vuelta y acabábamos riéndonos.
2) Salir a bailar; hicimos una colección de camisetas que se llamaba “Bailando”.
3) Hacer ropa (que no ser diseñadores). Ella nunca se quiso llamar “diseñadora”.
4) El campo. Siempre dijimos que éramos de pueblo porque vivíamos en El Escorial. Nos flipaba la naturaleza e intentábamos que quedara un reflejo de eso en nuestras colecciones (por los colores y la naturalidad, no había nada artificioso).
5) La familia y los amigos: era el pilar más importante de nuestra vida. Todo empezó por hacer ropa para ellos. Y al final, como pasa en todas las historias, hubo buenos compañeros de viaje y malas influencias.
Ceci y yo dejamos de ser socios porque ella apostó por seguir currando en Sybilla. Ahí diseñaba las colecciones de Jocomomola y le iba bien. De repente, era la única que tenía móvil de toda nuestra pandilla!. Aunque siguió siendo muy humilde, era muy estrella. Estoy convencido de que todo el mundo de las redes sociales, en el que yo no ando nada metido, a ella le hubiese flipado. Hubiese sido una it-girl perfecta porque era única en su lenguaje, en su forma de vestir, de moverse y de pensar. Su manera de computar la vida era muy original. Sueño con ella muy a menudo. Sueño que le explico cómo está el mundo ahora. Lo de Instagram, lo de Facebook. Ella fliparía con todo esto. Sería la gran influencer, porque ya lo fue sin redes sociales.
Ceci, te quiero mucho.”

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Fotografía: Javier López
Realización: Curso de Especialización en Estilismo de Moda IED Madrid
Maquillaje y peluquería: Antonio Romero (Ana Prado) para MAC y Aussie
Asistente de fotografía: Paula Méndez