Si te gusta la moda y el lifestyle y además eres fan de los años sesenta en general y de Hitchcock en particular, has debido de flotar en la butaca viendo esta película. La estética no supera en ningún momento las de aquellas que dirigió pero es que eso es IMPOSIBLE. Lo que si intenta este film 2012 es ofrecernos un derroche de productplacement en celuloide desgranando los diferentes objetos de consumo diario que había la casa que Alfred Hitchcock y Alma Reville compartieron en Bel Air.
Una de las marcas a las que Hitchcock se confiesa adicto es Fauchon y más concretamente a sus chocolates. Esta legendaria casa francesa de lujerío gourmet fue la primera en abrir un salón de té como tal en París allá por 1898 y desde entonces ha sido un lugar simbólico del comidismo ilustrated: los duques de Windsor fueron asiduos clientes durante su exilio francés, en mayo del 68 los manifestantes atracaron la tienda y repartieron foie gras por doquier como ruptura de la decadencia o algo así, y el mismísimo Hannibal Lecter era fan de su paté trufado con higos de Anatolia en la novela homónima de Thomas Harris.
Al parecer a Hitchcock le hacían envíos desde París y cuando hipoteca su casa para producir Psicosis, su mujer llega cuan Merkel con el tijeretazzo de doble zeta a suprimir estos chocolates o el foie gras de Maxim’s que mas tarde explico…
Mrs. Hitchcock pasaba de ARPEGE, el buque insignia perfumísticoperfumístico de LANVIN y gloria de la historia de este producto (nos lo da…), y se iba por derroteros nicho dentro de la marca, entregándose a MY SIN, un título muy de fatal para una fragancia muy provocativa. Fue creada en 1924 por Madame Zed (nariz autora de varios perfumes de la casa) y desgraciadamente descatalogada en 1988 cuando Lanvin empezó sus horas más bajas. Ahora que hacen esos campañones de Meisel como el de esta primavera la podría reeditar y promover el vintagismo perfumístico… Por pedir que no quede!
En sus tardes de paseo, Mrs. Hitchcock se entregaba al power-dressing relajado: twin set con pañuelo de HERMÉS. Y es que este matrimonio estaba más afrancesado que la mismísima Jackeline Kennedy pre-rol primera dama pero pasado por Bel Air y con profundas raíces inglesas. De ahí el resultado de sus creaciones geniales.
No quiero destripar la película, pero solo contaros que Hitchcock descargaba su ansiedad ingiriendo latas de foie gras de Maxim´s (no puedo escribir esta frase sin que me produzca nauseas) en bucle… Abría la nevera años cincuenta (que ya quisiera una SMEG wannabe) y le daba candela al hígado hipertrofiado de pato traído de París, sin tostaditas y a lo vivo.
Para celebrar un hipotecón punto com y que te puedes arruinar si tu peli no la entienden, lo mejor es abrir una lata de beluga… Así estaba Hitchcok, a explotar… con tanta delicatesen! Otros tiempos alimenticios, como diría El Comidista muy viejuno todo. El caviar auténtico se obtiene de las huevas del esturión, aunque también hay sucedáneos de caviar con huevas de lumpo, capelán o las huevas más grandes y rojas del salmón y trucha. El problema está en que aporta hasta 244 calorías por 100 g en forma de 300 g de colesterol y una gran cantidad de sodio (1.940 g). Pocos alimentos aportan tanto colesterol en tan poca cantidad.
