Mi verano siempre tiene dos fases. La primera es de subida y subidón, de recibimiento a pleno sol 🌴☀️🌴(ese que cada año me pone más negro), de terraceo🍺, salidas, ingesta coctelera 🍹🍸🍹y excursiones varias…⛵️ Pero cuando a mitad del verano mi cuerpo pide tregua 🙅🏼 llega el momento de la introspección estival, porque no hay quien resista sin congestionarse como Ben Affleck pre botox el ritmo de la cadena nocturna del verano en España🌴☀️🌴.
Tras unos días en Marbella, y a un paso de contemplarme en el espejo con el rictus de Elvis en las Vegas, decidí que la segunda fase debía comenzar: dieta estricta corporal (con vuelta a las rutinas gimnásticas🏋🏼) y sobre todo espiritual (sin llamadas, sin salidas y entregado a lecturas y películas).
Y claro está, a esta segunda fase corresponde un look de barbecho que yo llamo de anacoreta estival☀️👹☀️; solo los más íntimos y compañeros de clase en el gimnasio pueden contemplar este pelo atroz y esta barba de 4 días que no me puede quedar peor y que solo afeito para acudir semanalmente a esa fiesta que es Zapeando🎉🎉🎉.
Pero siempre hay excepciones y una de las llamadas que sigo respondiendo es la de mi amigo Dani, uno de los muy pocos hombres del planeta 🌍 que me han visto con look anacoreta👹 (y de peores guisas seguro) al que prohibí terminantemente inmortalizarlo en un café post gimnasio dominical que compartimos el pasado domingo☕️.
Dani me dijo que estaba leyendo la nueva biografía de Schiaparelli 🎀 que Penguin Books ha editado y ya nos pusimos a hablar de ella y de Cocó y de cómo se tiraban los trastos a la cabeza💥. Como podéis comprobar también es de los pocos hombres en el mundo con el que puedas tratar estos temas sin aburrirte y en español… 😂
Le dije que en cuanto a las grandes chaquetas de Schiaparelli, una de mis favoritas es la que Beaton inmortalizó en el retrato que hizo a Daisy Fellowes, directora del Harper’s BAZAAR francés durante los años de gloria de Elsa Schiaparelli en París (mediados de los treinta), y que está inspirada en una especie de tribu urbana, institución inglesa o algo así llamada “The pearlies”
Siempre me han llamado la atención desde que era niño porque aparecen de soslayo en una de mis películas infantiles de cabecera: Mary Poppins. ¿Os acordáis de aquella tropa que toca la pandereta detrás de la mágica niñera cuando canta “Supercalifragilisticoespialidoso”?
Bueno pues ellos son pearlies y van vestidos con la característica vestimenta de trajes victorianos oscuros ribeteados con cientos de diminutos botones de nácar blanco.
Aparecieron por primera vez en el Londres de finales del S.XIX cuando a Henry Croft, un barrendero huérfano que trabajaba en las calles del Este, se decidió
(inspirado en los vendedores de verduras, un unido grupo de mercantes que se cosían botones en la ropa para reconocerse mutuamente) que quería ayudar a los necesitados de la misma manera que los vendedores se ayudaban entre sí.
Consciente de que tenía que destacar si quería recaudar dinero benéfico, Henry barrió la calle en busca de botones de perlas y acabó reuniendo bastantes como para cubrir su traje por completo.
Pronto se hizo tan popular y tuvo tanto éxito como recaudador benéfico que no daba abasto con las peticiones de ayuda. Entonces acudió a los vendedores de verdura, muchos de los cuales se convirtieron en las primeras familias Pearly que en el año 1930 acudieron en masa (ya eran más de 400) para rendirle homenaje en unas exequias que puedes disfrutar en este vídeo:
Desde entonces siguen reuniéndose a principios de otoño para desfilar por las calles de Londres y seguir recaudando fondos para la beneficencia (este año será el 25 de septiembre, por si te decides a asistir)
y desde luego que no han dejado de inspirar con su vestimenta cuajada de hileras de botones a músicos de todos los tiempos, de The Who:
A Eurythmics:
Pasando por el costumbrismo británico que enamoró al Britpop:
O por The White Stripes que eligieron este traje con connotaciones casi regionales por ser tan clásico del Este de Londres:
Y por supuesto no podían faltar las grandes divas con una lectura literal como es el caso de Kylie Minogue:
O interpretándolo en versión brillante como solo podía ocurrírsele a Madona versionádose a sí misma en Lady Ritchie 2008:
Este año la estética Pearly vuelve a la palestra de la moda gracias a Valentino y a su colección para hombre otoño/invierno 2016:
Pero Gaultier 2003 (izquierda) o Margiela 2012 (derecha) ya se han rendido antes al garrapiñado del botón de nácar que inspiró a Schiaparelli la chaqueta de Daisy Fellowes:
Lo que me resulta muy curioso es que Maison Martin Margiela lo hiciera en un desfile de Couture antes de la llegada a esta casa de un creador británico fan fatal de lo garrapiñado en general y de los pearlies en particular:
John Galliano, que no dudó en entregarse a este outfit victoriano para celebrar el 50 aniversario de los CFDA. Pero hay otros diseñadores compatriotas 🇬🇧 que han decidido no dejar sus homenajes pearlies para ocasiones especiales y lo han llevado al chandalismo como Jeremy Scott para Adidas:
Y es que es fascinante que el hoy director creativo de Moschino quiera traducir a la expresión más urbana de hoy la que fue expresión más urbana del Londres de ayer:
Seguramente sería fascinante que las cadenas de moda lowcost de hoy reinterpretasen el traje pearlie aunque permitidme tener dudas sobre el resultado final, por ser un look cargado de amor que exige mucho amor al crearlo y es justamente el necesario para arrancarte a coser botón por botón haciendo dibujos o escribiendo un eslogan y que solo se puede medir en las horas necesarias para acabar una de estas maravillas❤️⚪️
Fotos: Getty