Vivian Maier, una historia sin revelar

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Por Nicolás Nóbile (Milán)

A veces te preguntas dónde van a ir a parar todas esas fotos que tomas día a día y guardas en carpetas o cajas que se convierten en matrioskas repletas de retazos vitales que cuando no estés aquí, alguien conservará o no. Esta misma sensación debió experimentarla Vivian Maier pero seguro que nunca imaginó lo que sucedería con sus fotos.

 

Hay pocas cosas en la vida que me diviertan más que ir a subastas y mercadillos, porque nunca sabes con qué tipo de tesoros puedes encontrarte.

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Esto es exactamente lo que le ocurrió a John Maloof cuando compró muebles antiguos en una subasta de Chicago. Dentro de uno de esos muebles estaban guardados más de 40 mil negativos fotográficos, que al revelarse mostraron la identidad y la escena de New York y Chicago de los años 50 y 60.

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Al contemplar este material inédito recién revelado y fascinado por la calidad de la obra póstuma que tenía entre manos, quiso averiguar quién era el dueño original de esos negativos. Sólo contaba con dos pistas: la casa de subastas dónde le dijeron que se trataba de una anciana enferma y la casa de fotografía Central Camera Co., que sellaba gran parte del material encontrado. Estos últimos fueron los que ayudaron a Maloof a desvelar la identidad de la dueña y autora del material, Vivian Maier, que sería mostrada al mundo como una figura del amateurismo fotográfico.

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Vivian Maier nació en 1926 en Estados Unidos, pero fue criada en Francia junto a su padre austríaco y su madre francesa. Durante la posguerra decidió volver a Estados Unidos, primero a New York y después a Chicago, donde residió la mayor parte de su vida. Durante más de 40 años trabajó como niñera, al mismo tiempo que desarrolló la faceta de fotógrafo que hoy nos ocupa.

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John, Lane y Matthew Gensburg son los nombres de los niños que estuvieron al cuidado de Vivian durante diecisiete años y no sólo la recuerdan como su segunda madre, sino que también la comparan con una Mary Poppins que constantemente les abría la puerta de diferentes mundos, como visitar el cementerio municipal, recolectar frambuesas en el bosque o festejar el año nuevo chino.

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A lo largo de su vida, mantuvo el misterio en torno a ella. Quienes la conocían, aseguran que no recibía llamadas ni visitas y su habitación permanecía en total hermetismo y privacidad. Gracias a la venta de una granja en Francia que heredó de sus padres, financió un largo viaje alrededor del mundo, tomando fotografías en Bangkok, Manila, Taiwan, Vietnam, Beijing, Egipto, Francia, Italia y New York.

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Con un estilo entre aniñado y masculino, retrató una sociedad heterogénea, pero su lente cercana e íntima hizo foco en niños, en personas constantemente ignoradas, en lugares invisibles para una sociedad acelerada. Y como una especie de obsesión por descubrir su propia identidad, Maier se autorretrató infinidad de veces.

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Transcurrieron cuatro años desde que Maloof leyera en el Chicago Tribune la necrológica de Vivian Maier (21 de abril de 2009) y comenzase a revelar su trabajo, que posteriormente sería expuesto en diferentes partes del mundo y recogiendo esta historia en el film documental “Finding Vivian Maier” cuyo estreno esperamos ansiosos.

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http://www.findingvivianmaier.com/