Tatuaje de pared

© Carl Skoggard, Derry Moore photographer

© Carl Skoggard, Derry Moore photographer

Hoy mismo, en Christie’s de Londres, se subastan los paneles de grisalla que Lady Diana Cooper encargó a Martin Battersby para decorar el hogar que compartió con su marido y mejor amigo Duff Cooper. Puede que no hayas visto jamás estos paneles o que no te suene Lady Diana o el mismísimo Battersby, pero dentro de este post me gustaría resolver el rompecabezas genealógico y sobre todo que conozcas una obra 🙌🏻🎨🙌🏻 que es el tatuaje conjunto de una pareja que decidió inmortalizar sus mejores momentos vividos sobre la pared que compartieron (al igual que quien decide tatuarse el recuerdo de un momento importante o “amor de madre”) y que hoy compraría con los ojos cerrados si fuese asquerosamente rico… 😣😣😣

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© Getty images

Sí, compraría estos paneles porque llevo muuuuuuuchos años viéndolos en las fotos que Beaton hizo en el 64 de su casa de Little Venice, donde fueron a parar tras abandonar el pabellón donde la pareja residió en Chantilly y donde encargaron a Martin Battersby el decorado de una de las estancias. Me fascinan sus motivos plagados de anécdotas relativas a las vidas de sus dueños👏🏻💥👏🏻 y ese aire romántico cargado de surrealismo que figuras como Christian Bérard, Eugène Berman o Pavel Tchelitchew ya habían explorado hacia 1950, año en que Battersby acaba este encargo para los Cooper.

Hoy maldigo más que nunca no tener mis papeles de Panamá en regla para poder comprar esta obra decorativa única… Y lo digo dentro de un mes de abril 2016,  cargado de papeles de Panamá, de paneles decorativos mágicos  y mujeres inspiradoras ❤️👸🏼 en Josie’s Journal; pero Lady Diana Cooper, creedme, son palabras mayores en cuanto a estilo de vida inspirador se refiere.

© Christie's

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Fue la mujer más bella de Inglaterra en su juventud, una Lady Di primigenia (hija del Duque de Rutland y de Violet, su elegantísima esposa que al parecer dio a luz a Diana fruto de una relación con el escritor Henry Cust) que estaba destinada a casarse con Eduardo VIII, pero que decidió hacerlo con el único superviviente de su círculo de amigos: un conjunto de aristócratas que practicaban la alta cultura y el esnobismo, conocidos bajo el título de  “The Coterie”, aunque ellos mismos se autodenominaron “The souls”.

Estos “espíritus” de la bohemia inglesa más raséeeeeeeeeeeeeeeeeeee 👻👻👻 se caracterizaban por un revivido interés hacia la poesía, la literatura y los gustos estéticos cultivados. Entre sus miembros figuraban lady Wemyss, lady Desborough, lady Ribblesdale, lady Islington, lady Lytton y la condesa de Oxford y Asquith. Entre los integrantes masculinos estaban lord Balfour, Raymond Asquith (hijo de Herbert Henry Asquith, el Primer Ministro), Patrick Shaw-Stewart, Edward Horner, Sir Denis Anson y Alfred Duff Cooper, el marido de Lady Diana.
Dice Beaton en “El espejo de la moda” que: “Aparte de sus periféricas actividades políticas, The Souls ejerció una influencia considerable en las tendencias estéticas de su tiempo. Las casas de los miembros del grupo estaban decoradas a base de telas japonesas muy finas con listas de colores o flores y hojas estampadas sobre fondo blanco. Podían encontrarse repartidos por las habitaciones búcaros que contenían ramas de romero, tomillo o jazmín u hojas de magnolia. Las señoras preferían vestirse con largas túnicas y vestidos plisados y hojas de laurel sujetas con broches de joyería…”

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El miembro más famoso de este grupo fue Lady Diana👸🏼, el que aparecía en más revistas de moda de entonces, la que inspiró a tantos diseñadores y fue amiga de Molineaux, de Jacques Fath o tan inmortalizada está por el gran Cecil Beaton en película o al óleo por Ambrose McEvoy.

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Ella decidió apartarse de los planes de vida que sus padres tenían para ella y vivir dedicada al arte, a mover el cotarro cultural, disfrutar de la jardinería y casarse con un integrante de este círculo que precede al de los mismísimos y muy admirados “Bright young things”.

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De sus experiencias en común nacieron estos paneles que inmortalizan distintos hechos de una vida que empieza en Gower Street de Londres y recorre su pasión por el campo, la música, sus años en París (donde Cooper era embajador), la faceta interpretativa de ella (actuó en varios filmes mudos, incluyendo las primeras películas británicas en color) y sus estancias en Algiers o Chantilly, donde se retiran.

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Hoy esta obra se venderá en Christies y no sé quién la va a comprar, si ese ser humano tendrá papeles de Panamá o conocerá la historia de su dueña 👸🏼 y lo que significa para la moda y la historia del estilo de vida del siglo XX. Solo quiero soñar que vayan a parar a un museo para que podamos peregrinar y verlos y sentir tanta Diana Cooper que hay en ellos y tanto mundo increíble que hay detrás de esta figura que ojalá hoy hayas podido conocer un poco más.

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© Carl Skoggard, Derry Moore photographer